lunes, 20 de enero de 2014

METAFÍSICA - LIBRO SÉPTIMO (Ζ)

LIBRO VII (Ζ)

Capítulo 1
LA ENTIDAD COMO SENTIDO FUNDAMENTAL DE «SER» Y COMO CATEGORÍA PRIMERA

«Ente» se dice en varios sentidos, según expusimos antes en el libro sobre los diversos sentidos de las palabras; pues, por una parte, significa la quididad y algo determinado, y, por otra, la cualidad o la cantidad o cualquiera de los demás predicados de esta clase.
 Pero, diciéndose «Ente» en tantos sentidos, es evidente que el primer Ente de éstos es la quididad, que significa la substancia (pues cuando expresamos la cualidad de algo determinado decimos que es bueno o malo, pero no que es de tres codos o una persona; en cambio, cuando decimos qué es, no decimos blanco ni caliente ni de tres codos, sino un hombre o un dios); y los demás se llaman entes por ser cantidades o cualidades o afecciones o alguna otra cosa del Ente en este sentido. Por eso podría dudarse si «andar» y «estar sano» y «estar sentado» significan cada uno un ente, y lo mismo en cualquier otro caso semejante; pues ninguno de ellos tiene naturalmente existencia propia ni puede separarse de la substancia, sino que más bien, en todo caso, serán entes lo que anda y lo que está sentado y lo que está sano. Y éstos parecen más entes porque hay algo que les sirve de sujeto determinado (y esto es la substancia y el individuo), lo cual se manifiesta en tal categoría. Pues «bueno» o «sentado» no se dice sin esto. Es, pues, evidente que a causa de ésta es también cada una de aquellas cosas, de suerte que el Ente primero, y no un Ente con alguna determinación, sino el Ente absoluto, será la Substancia. Ahora bien, «primero» se dice en varios sentidos; pero en todos es primero la Substancia: en cuanto al enunciado, en cuanto al conocimiento y en cuanto al tiempo.
Pues, de los demás categoremas, ninguno es separable, sino ella sola. Y, en cuanto al enunciado, ella es lo primero (pues en el enunciado de cada cosa entrará necesariamente el de la Substancia); y creemos conocer cada cosa del mejor modo cuando conocemos qué es el hombre o el fuego, más que cuando conocemos su cualidad o su cantidad o dónde está, puesto que también conocemos cada una de estas mismas cosas cuando sabemos qué es la cantidad o la cualidad. Y, en efecto, lo que antiguamente y ahora y siempre se ha buscado y siempre ha sido objeto de duda: ¿qué es el Ente?, equivale a: ¿qué es la Substancia? (pues hay quienes dicen que ésta es una,89 y otros, que más de una; éstos, que su número es finito, y otros, que es infinito). Por eso también nosotros tenemos que estudiar sobre todo y en primer lugar y, por decirlo así, exclusivamente, qué es el Ente así entendido.

Capítulo 2
DISTINTAS OPINIONES SOBRE LA ENTIDAD. EL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA DE REALIDADES SUPRASENSIBLES

Al parecer, donde más claramente se da la Substancia es en los cuerpos (por eso decimos que los animales y las plantas y sus partes son substancias, y también los cuerpos naturales, como el Fuego y el Agua y la Tierra y otros tales, y cuantos son partes de éstos o compuestos de ellos, parcial o totalmente, como el Cielo y sus partes, los astros y la Luna y el Sol). Tenemos, pues, que considerar si sólo son substancias éstas o también otras, o algunas de éstas o también otras, o ninguna de éstas y sí algunas otras. A algunos les parece que los límites del cuerpo, como la superficie, la línea, el punto y la unidad, son substancias, incluso en mayor grado que el cuerpo y el sólido. Además, unos no creen que, fuera de las cosas sensibles, haya nada semejante, mientras que otros admiten las substancias eternas, más num erosas y más reales; por ejemplo, Platón considera las Especies y las Cosas matemáticas como dos clases de substancias, y como otra tercera la substancia de los cuerpos sensibles, y Espeusipo admite incluso más substancias, comenzando por el Uno, y principios de cada substancia, uno para los números y otro para las magnitudes, y todavía otro para el alma. Y de este modo amplía las substancias. Algunos afirman que las Especies y los Números tienen la misma naturaleza, y que las demás cosas derivan de ellos, como las líneas y las superficies, hasta llegar a la substancia del Cielo y a las cosas sensibles. Tenemos, pues, que considerar cuáles de estas opiniones son acertadas o erróneas, y cuáles son las substancias, y si hay algunas además de las sensibles o no las hay, y cómo son éstas, y si hay alguna substancia separada, y por qué y cómo, o no hay ninguna, fuera de las sensibles. Pero antes debemos exponer sumariamente qué es la Substancia.

Capítulo 3
LA ENTIDAD ENTENDIDA COMO SUJETO O SUSTRATO

De la Substancia se habla, al menos, en cuatro sentidos principales. En efecto, la esencia, el universal y el género parecen ser substancia de cada cosa; y el cuarto de ellos es el sujeto. Y el sujeto es aquello de lo que se dicen las demás cosas, sin que él, por su parte, se diga de otra. Por eso tenemos que determinar en primer lugar su naturaleza; porque el sujeto primero parece ser substancia en sumo grado. Como tal se menciona, en un sentido, la materia, y, en otro, la forma, y, en tercer lugar, el compuesto de ambas (y llamo materia, por ejemplo, al bronce, y forma, a la figura visible, y compuesto de ambas, a la estatua como conjunto total); de suerte que, si la especie es anterior a la materia y más ente que ella, por la misma razón será también anterior al compuesto de ambas.
Ahora hemos dicho ya sumariamente qué es la Substancia, a saber, aquello que no se dice de un sujeto, sino de lo que se dicen las demás cosas. Pero no se debe proceder sólo así; pues no basta, ya que esto mismo es oscuro, y, además, la materia se convierte en substancia. Porque, si ésta no es substancia, no se ve qué otra cosa puede serlo, pues, suprimidas las demás cosas, no parece quedar nada. En efecto, las demás cosas son afecciones y acciones y potencias de los cuerpos, y la longitud y la latitud y la profundidad son ciertas cantidades, pero no substancias (pues la cantidad no es substancia), sino que más bien es substancia aquello primero a lo que estas cosas son inherentes. Ahora bien, suprimida la longitud, la latitud y la profundidad, no vemos que quede nada, a no ser que haya algo delimitado por aquéllas; de suerte que, a los que así proceden, necesariamente les parecerá que la materia es la única substancia. Y entiendo por materia la que de suyo ni es algo ni es cantidad ni ninguna otra cosa de las que determinan al ente. Pues es algo de lo que se predica cada una de estas cosas, y cuyo ser es diverso del de cada una de las categorías (pues todas las demás cosas se predican de la substancia, y ésta, de la materia); de suerte que lo último no es, de suyo, ni algo ni cuanto ni ninguna otra cosa; ni tampoco sus negaciones, pues también éstas serán accidentales. Así, pues, quienes procedan de este modo llegarán a la conclusión de que es substancia la materia. Pero esto es imposible. En efecto, el ser separable y algo determinado parece corresponder sobre todo a la substancia; y por eso la especie y el compuesto de ambas parecen ser substancias en mayor grado que la materia. Pero omitamos la substancia compuesta de ambas, es decir, la que se compone de materia y forma, pues es posterior y clara. Y también es manifiesta en cierto modo la materia. Debemos investigar, en cambio, acerca de la tercera, pues ésta es la más difícil. Se está de acuerdo en que son substancias algunas de las sensibles, de suerte que por éstas debe comenzar nuestra indagación.

Capítulo 4
LA ENTIDAD ENTENDIDA COMO ESENCIA. DE QUÉ COSAS HAY ESENCIA

Y, puesto que hemos comenzado distinguiendo los diversos sentidos que damos a la Substancia, y uno de éstos parecía ser la esencia, detengamos nuestra consideración en él. Pues es conveniente avanzar hacia lo más fácil de conocer, ya que el aprender se realiza, para todos, pasando por las cosas menos cognoscibles por naturaleza a las que son más cognoscibles. Y así como en las acciones, partiendo de las cosas buenas para cada uno, hay que hacer que las cosas universalmente buenas sean buenas para cada uno, así también es necesario, partiendo de las cosas más conocidas para uno mismo, hacer que las cosas cognoscibles por naturaleza sean cognoscibles para uno mismo.
Pero las cosas cognoscibles para cada uno y primeras son muchas veces apenas cognoscibles, y poco o nada tienen del Ente. Sin embargo, partiendo de las cosas escasamente cognoscibles pero cognoscibles para uno mismo, hay que tratar de conocer las absolutamente cognoscibles, avanzando, como queda dicho, precisamente a través de aquéllas. Y, en primer lugar, hagamos acerca de élà algunas aclaraciones de carácter lógico, a saber, que la esencia de cada cosa es lo que se dice que ésta es en cuanto tal. Pues tu esencia no es el ser músico; pues no eres músico en cuanto eres tú mismo. Lo es, por consiguiente, lo que eres en cuanto tú mismo. Pero tampoco todo esto, pues no lo es lo que es en cuanto tal como lo blanco para una superficie, porque la esencia de una superficie no es la esencia de lo blanco. Pero tampoco el compuesto de ambos, la esencia de una superficie blanca, porque se añade lo mismo que se define. Así, pues, el enunciado en que no esté lo que se define, y que sin embargo lo enuncie, ése será el enunciado de la à Es decir, acerca del sentido que damos a la Substancia al considerarla como esencia. esencia de cada cosa; de suerte que, si el ser de una superficie blanca es el ser de una superficie lisa, el ser de lo blanco y el ser de lo liso serán una misma cosa. Y, puesto que también según las demás categorías hay compuestos (pues hay algo que es sujeto para cada cosa, por ejemplo para la cualidad y para la cantidad y para el cuándo y para el dónde y para el movimiento), debemos investigar si hay un enunciado de la esencia de cada uno de ellos, y si se da también para éstos la esencia, por ejemplo para un hombre blanco [la esencia de hombre blanco]. Sea su nombre «vestido». ¿Qué es el ser de un vestido? Pero tampoco ésta es una de las cosas calificadas de «en cuanto tales». O bien lo no en cuanto tal se dice de dos modos, y uno procede de adición y el otro no. Pues uno se dice porque se añade a otra cosa lo mismo que se define, como si uno, al definir el ser de lo blanco, dijera el enunciado de un hombre blanco; y el otro, porque se añade otra cosa a lo que se define; por ejemplo, si «vestido» significara «hombre blanco» y uno definiera «vestido» como «blanco». Ciertamente «hombre blanco» es «blanco», pero no la esencia del ser blanco. — Pero, entonces, el ser del vestido ¿es una esencia de algo [o] en absoluto? ¿O no? Pues la esencia es lo mismo que la quididad; y, cuando una cosa se dice de otra, no es algo determinado; por ejemplo, el hombre blanco no se identifica con algo individual, si la individualidad corresponde sólo a las substancias; de suerte que sólo habrá esencia de aquellas cosas cuyo enunciado es una definición. Y no es definición si un nombre significa lo mismo que un enunciado (pues entonces todos los enunciados serían definiciones, pues habrá un nombre para cualquier enunciado, de suerte que también «Iliada» será una definición), sino únicamente si es de algo primero; y son tales las cosas que se dicen no porque una se diga de otra. No habrá, pues, esencia de ninguna de las cosas que no son especies de un género, sino tan sólo de  éstas (pues éstas parecen decirse no por participación ni como afección ni como accidente). Pero también para cada una de las demás cosas habrá un enunciado que explique, si hay un nombre, qué significa que esto se dé en lo otro, o, en vez de un enunciado simple, otro más exacto; pero no habrá definición ni esencia. ¿O también la definición, como la quididad, tiene varios sentidos? En efecto, la quididad significa, en un sentido, la substancia y el individuo, y, en otro, cualquiera de los predicamentos: cantidad, cualidad y los demás semejantes. Pues así como «es» se aplica a todos, pero no de igual modo, sino a uno primordialmente y a los demás secundariamente, así también la quididad se aplica absolutamente a la substancia, pero, de algún modo, también a los demás. Podemos, en efecto, preguntar qué es la cualidad; de suerte que también la cualidad se cuenta entre las quididades, pero no en sentido absoluto, sino que, así como hablando del no-ente dicen algunos lógicamente que el no-ente es, no en sentido absoluto, sino que es no-ente, así también la cualidad. -Así, pues, conviene tener también en cuenta el modo en qué debemos hablar de cada cosa, pero no más que su modo de ser. Por eso ahora, puesto que ya está claro lo que se dice, debemos añadir que también la esencia se dará primordialmente y en sentido absoluto en la substancia, y secundariamente en los demás predicamentos, como también la quididad; no una esencia absoluta, sino la esencia de la cualidad o de la cantidad. Pues o bien se debe decir que estas cosas son entes por homonimia, por adición o sustracción, del mismo modo que también decimos que lo no escible es escible, puesto que lo exacto es decir que ni son entes por homonimia ni del mismo modo que la substancia, sino del modo que decimos que todo lo medicinal lo es por estar ordenado a una misma cosa, no porque sea una misma cosa, ni tampoco por homonimia; pues no se llaman medicinales un cuerpo y una acción y un instrumento ni por homonimia ni según una misma cosa, sino en relación con una cosa. Pero la manera de hablar de todo esto es lo de menos.
Una cosa está clara, y es que la definición en sentido primordial y absoluto y la esencia pertenecen a las substancias. Es cierto que también pertenecen de manera semejante a los demás predicamentos, pero no primordialmente. Pues no es necesario, si afirmamos esto, que sea definición de esto lo que signifique lo mismo que un enunciado, sino lo mismo que cierto enunciado; y esto sucederá cuando se trate del enunciado de algo que sea uno, no por ser continuo, como la Iliada o cuantas cosas lo son por vinculación, sino si lo es en cuantos sentidos se dice «Uno». Y «Uno» tiene las mismas acepciones que Ente. Y «Ente» significa, por una parte, una cosa determinada, y, por otra, una cantidad o una cualidad. Por eso también de «hombre blanco» habrá un enunciado y una definición, pero de otro modo que de lo blanco y de una substancia.

Capítulo 5
LA ESENCIA Y LA DEFINICIÓN EN EL CASO DE LOS COMPUESTOS

Pero, si se niega que sea definición el enunciado formado por adición, surge una dificultad: ¿de cuál de las cosas no simples, sino unidas dos a dos, habrá definición?
Es necesario, en efecto, explicarlas por adición. Tomemos como ejemplo «nariz» y «concavidad », y «chatez» como compuesto de ambas por estar la una en la otra. Ni la concavidad ni la chatez son una afección de la nariz accidentalmente, sino en cuanto tal. Y no se le aplican como lo blanco a Calias o a un hombre, porque Calias es blanco y accidentalmente también hombre, sino como lo masculino al animal, y lo igual a la cantidad, y como todas las cosas de las que se dice que se dan en otro en cuanto tales.
Y éstas son todas las que implican o bien el enunciado o bien el nombre de aquello a lo que pertenece esta afección, sin que sea posible explicarla separadamente, como puede ser explicado lo blanco sin el hombre, pero no lo femenino sin el animal. De suerte que o no hay esencia ni definición de ninguna de estas cosas, o, si las hay, será de otro modo, como ya hemos dicho.
Pero hay aquí todavía otra dificultad. Pues, si es lo mismo «nariz chata» que «nariz cóncava», también será lo mismo «chato» que «cóncavo». Y si no, por ser imposible mencionar la chatez sin la cosa de la cual es afección en cuanto tal (pues la chatez es una concavidad de la nariz), decir «nariz chata» o no estará permitido o se dirá dos veces lo mismo, «nariz nariz cóncava» (pues la nariz chata será nariz nariz cóncava), por lo cual es absurdo que haya esencia de estas cosas. De lo contrario, se procederá al infinito; pues en «nariz nariz chata» habrá todavía otra. Está claro, por consiguiente, que sólo hay definición de la substancia. Pues si la hubiera también de las demás categorías, necesariamente sería por adición; por ejemplo, la de la cualidad y la de lo impar, pues no se explica sin el número, ni lo femenino sin el animal (y, al decir «por adición», me refiero a las cosas en que ocurre decir dos veces lo mismo, como en éstas).
Y, si esto es verdad, tampoco habrá definición de las cosas que implican dualidad, por ejemplo del número impar; pero no nos damos cuenta, porque los enunciados no se hacen con exactitud. Y, si también de estas cosas hay definición, o bien es de otro modo, o bien, como hemos indicado, habrá que decir que definición y esencia tienen varias acepciones, de suerte que, en un sentido, no habrá definición de nada ni nada tendrá esencia excepto las substancias, pero, en otro sentido, sí. Queda, pues, claro que la definición es el enunciado de la esencia y que la esencia pertenece a las substancias, o exclusivamente o en grado máximo, primordialmente y sin ninguna limitación.

Capítulo 6
CADA ENTIDAD SINGULAR SE IDENTIFICA CON SU PROPIA ESENCIA

Hay que considerar también si son lo mismo o distintas la esencia y cada cosa en particular. Pues esto preparará el camino para la investigación en torno a la substancia.
Cada cosa, en efecto, no parece ser sino su propia substancia, y de la esencia se dice que es la substancia de cada cosa. Es cierto que en las cosas que llamamos accidentales parecen ser distintas; por ejemplo, «hombre blanco» es distinto de «esencia de hombre blanco» (pues, si fueran lo mismo, también «esencia de hombre» y «esencia de hombre blanco» serían lo mismo; pues, según dicen, es lo mismo «hombre» que «hombre blanco», de suerte que también lo serán la esencia de hombre blanco y la esencia de hombre. O bien no es necesario que las cosas accidentales se identifiquen con su esencia, porque los extremos no llegan a identificarse del mismo modo. Pero quizá pudiera parecer que sucede esto, es decir, que los extremos accidentales se identifican, por ejemplo «ser blanco» y «ser músico». Mas todos admiten que no es así).
Pero, en las cosas de las que decimos que son en cuanto tales, ¿serán necesariamente lo mismo, por ejemplo si hay algunas substancias tales que no haya otras substancias ni otras naturalezas anteriores a ellas, cuales dicen algunos que son las Ideas? Pues si son distintos lo Bueno en sí y la esencia de lo Bueno, y el Animal en sí y la esencia del Animal, y la esencia del Ente y el Ente en sí, habrá otras substancias y naturalezas e ideas además de las dichas, y serán substancias anteriores éstas, si la esencia es una substancia. Y si están desligadas unas de otras, de las unas no habrá ciencia y las otras no serán entes (y entiendo «estar desligadas» en el sentido de que ni lo Bueno en sí tenga la esencia de lo Bueno ni ésta el ser Bueno). Pues hay ciencia de una cosa cuando conocemos su esencia, y esto se aplica igualmente a lo Bueno y a lo demás; de suerte que, si la esencia del Bien no es el Bien, tampoco la del Ente será el Ente ni la del Uno será el Uno. Y, de igual modo, todas las cosas son su esencia o no lo es ninguna, de suerte que, si la esencia del Ente no es el Ente, tampoco lo será en ninguna de las demás cosas. à Los términos extremos del silogismo no se identifican con el término medio del mismo modo uno que otro.
Además, lo que no tiene la esencia del Bien no es bueno. Por consiguiente, lo Bueno y la esencia del Bien se identifican necesariamente, como también lo Bello y la esencia de lo Bello, y lo mismo ha de decirse de todo lo que no se predica de otro, sino en cuanto tal y primariamente. En efecto, si esto se da, es suficiente, aunque no haya Especies, y quizá más aún si las hay (y, al mismo tiempo, es evidente también que, si las Ideas son como algunos dicen, el sujeto no será substancia, pues las Ideas serán necesariamente substancias, pero no se predicarán de un sujeto; pues serán por participación).-Así, pues, que cada cosa en sí se identifica con su esencia, y no accidentalmente, se ve por lo dicho y porque saber cada cosa equivale a saber su esencia, de suerte que también según la exposición se identificarán ambas necesariamente. Pero lo que llamamos accidental, por ejemplo lo músico o lo blanco, por tener significación doble, no es verdad que se identifique con su esencia. En efecto, es blanco lo que tiene este accidente, y también el accidente; de suerte que en un sentido son lo mismo, pero en otro no son lo mismo la esencia y lo accidental; pues la esencia de lo blanco no es lo mismo que el hombre o que el hombre blanco, pero es lo mismo que la afección.
Y también parecería absurdo si alguien pusiera un nombre a cada una de las esencias; pues habría, además de ésta; otra; por ejemplo, para la esencia de caballo, otra esencia [de caballo]. ¿Y qué es lo que impide que algunas cosas sean directamente su esencia, si la esencia es substancia? Pero no sólo se identifican, sino que su enunciado es el mismo, como se ve también por lo dicho; pues no son accidentalmente uno la esencia del Uno y el Uno. Además, si fuesen distintos, se procedería al infinito; pues tendríamos, de una parte, la esencia del Uno, y, de otra, el Uno, de suerte que también en ellos se daría el mismo razonamiento. Es, pues, evidente que, en las cosas primeras de las que decimos que son en cuanto tales, la esencia de cada cosa y cada cosa se identifican totalmente.
Y las objeciones sofísticas contra esta tesis está claro que se resuelven con la misma solución que el problema de si es lo mismo Sócrates que la esencia de Sócrates; pues en nada se diferencian ni en cuanto a los fundamentos en que alguien podría basarse al preguntar ni en cuanto a las respuestas con que podría solucionarse con acierto.
Queda, pues, dicho en qué sentido la esencia es lo mismo y en qué sentido no es lo mismo que cada cosa en particular.

Capítulo 7
ANÁLISIS DEL CAMBIO Y DE SUS CONDICIONES GENERALES

De las cosas que se generan, unas se generan por naturaleza, otras por arte y otras espontáneamente. Y todas las que se generan llegan a ser por obra de algo y desde algo y algo. Y este último «algo» lo refiero a cualquier categoría; pues o bien serán esto o cuánto o cuál o dónde.
Y las generaciones naturales son aquellas cuyo desarrollo procede de la naturaleza; y aquello desde lo que algo se genera es lo que llamamos materia, y aquello por obra de lo cual se genera es alguno de los entes naturales, y el algo que se genera es un hombre o una planta o alguna otra cosa semejante, de las que decimos que son substancias en grado sumo -y todas las cosas que se generan por naturaleza o por arte tienen materia; es posible, en efecto, que cada una de ellas sea o no sea, y esto es la materia en cada una-; pero, en general, aquello desde lo que y según lo que se genera es naturaleza (pues lo que es generado tiene naturaleza, por ejemplo una planta o un animal), y aquello por obra de lo cual se genera es la naturaleza llamada específica, que es de la misma especie (pero ésta está en otro); pues un hombre genera a un hombre. De este modo, pues, se generan las cosas que son generadas a través de la naturaleza. Y las demás generaciones se llaman producciones. Y todas éstas proceden o de arte o de potencia o de pensamiento. Pero algunas de éstas se producen también espontáneamente y por casualidad, casi como en las cosas que son generadas por naturaleza; pues algunas cosas también aquí se generan lo mismo a partir de una semilla que sin semilla. Pero acerca de esto trataremos más adelante.
A partir del arte se generan todas aquellas cosas cuya especie está en el alma (y llamo especie a la esencia de cada una y a la substancia primera); pues también los contrarios tienen en cierto modo la misma especie, ya que la substancia de la privación es la substancia opuesta, como la salud lo es de la enfermedad, puesto que la enfermedad es la ausencia de aquélla, y la salud es el concepto que está en el alma, y la ciencia. Y se produce lo sano habiendo pensado así: puesto que la salud es esto, necesariamente, para que algo esté sano, tendrá que haber esto, por ejemplo, equilibrio, y, para que haya esto, calor; y así seguirá pensando hasta llegar a aquello que él puede finalmente producir. A partir de aquí, el movimiento tendente a la salud se llama producción. Así sucede que, en cierto modo, la salud se genera de la salud, y la casa, de una casa; la que tiene materia, de la que no la tiene; pues las artes curativa y edificativa son la especie de la salud y de la casa. Y llamo substancia sin materia a la esencia.
Así, pues, de las generaciones y movimientos, uno se llama pensamiento y otro producción; el que procede del principio y de la especie, pensamiento, y el que arranca del final del pensamiento, producción; y de modo semejante se genera también cada una de las demás cosas intermedias. Por ejemplo, así: si ha de estar sano, tendrá que equilibrarse. ¿Y qué es equilibrarse? Tal cosa. Y ésta se efectuará si se calienta. ¿Y esto qué es? Tal cosa. Y ésta existe en potencia; pero esto ya depende de él [del medico].
Así, pues, el principio activo y el pu nto de partida del movimiento hacia la salud, si ésta procede de arte, es la especie que hay en el alma; pero, si surge espontáneamente, procederá de aquello que es principio de su operación para el que opera a partir de un arte, como en el curar el principio viene sin duda del calentar (y esto lo hace [el médico] por frotamiento). Por consiguiente, el calor que hay en el cuerpo o es parte de la salud o va seguido de algo que es parte de la salud, o bien hay más miembros intermedios.
Y esto es lo último, lo que produce la parte de la salud, - y de la casa (como las piedras) y de las demás cosas. De suerte que, según se dice, la generación es imposible si no preexiste algo. Así, pues, es evidente que por necesidad preexistirá alguna parte; la materia, en efecto, es tal parte (ya que está presente en la cosa y se hace ésta). Pero ¿acaso también la de los elementos del enunciado? De ambos modos, en efecto, decimos qué son los círculos de bronce: diciendo que su materia es bronce y que su especie es tal figura, y éste es el género en que directamente son puestos. Así, pues, el círculo de bronce incluye la materia en el enunciado. - Las cosas que proceden de algo como materia no se dice, cuando son generadas, que son «aquello», sino «de aquello» de lo que proceden; por ejemplo, no se dice que la estatua sea una piedra, sino de piedra; y un hombre que se cura no es llamado aquello a partir de lo cual se cura. Y la causa es que se genera a partir de la privación y del sujeto, al cual llamamos materia (como también se torna sano el hombre y el enfermo), pero más bien se dice que se genera a partir de la privación, por ejem plo el sano a partir del enfermo más que a partir del hombre; por eso el sano no es llamado enfermo, pero sí hombre, y el hombre, sano. Pero, cuando la privación es oscura y sin nombre, por ejemplo en el bronce la de alguna figura, o en los ladrillos y en las maderas la de una casa, la generación parece desarrollarse a partir de estas cosas como allí a partir del enfermo. Por eso, del mismo modo que allí lo generado no se denominaba aquello a partir de lo cual se generaba, tampoco aquí la estatua se denomina madera, sino que se dice que es de madera, no madera, y de bronce, pero no bronce, de piedra, pero no piedra, y la casa, de ladrillos, pero no ladrillos, puesto que, si bien se mira, tampoco se dirá sin más que una estatua se genera a partir de madera o una casa a partir de ladrillos, ya que es preciso que aquello a partir de lo cual se genera cambie y no permanezca. Ésta es la razón de que se diga así.

Capítulo 8
LA MATERIA Y LA FORMA NO SE GENERAN

Puesto que lo que es generado se genera por obra de algo (que es de donde procede el principio de la generación) y a partir de algo (señalemos como tal no la privación, sino la materia; pues ya hemos señalado en qué sentido decimos esto) y llega a ser algo (y esto es o una esfera o un círculo o cualquier otra cosa), del mismo modo que no producimos el sujeto, es decir el bronce, así tampoco la esfera, a no ser accidentalmente, porque es una esfera la esfera de bronce, y a ésta sí la producimos.
Pues producir algo determinado es producir algo a partir de un sujeto en sentido pleno (quiero decir que hacer redondo el bronce no es hacer la redondez o la esfera, sino otra cosa, por ejemplo esta especie determinada en otro; pues, si uno la hace, la hará a partir de otra cosa, pues ésta subyacía; por ejemplo, uno hace una esfera de bronce, y la hace porque, a partir de esto, que es bronce, hace esto, que es una esfera. Ahora bien, si hiciera también esto mismo, es evidente que lo haría del mismo modo, y las generaciones procederían hasta el infinito. Está claro, por consiguiente, que la especie, o como haya que llamar a la forma que se manifiesta en lo sensible, no se genera, ni hay generación de ella, como tampoco la esencia (pues esto es lo que se genera en otro o por arte o por naturaleza o por potencia). Uno hace, en cambio, que exista una esfera de bronce; pues la hace a partir del bronce y de la esfera; pone esta especie en esta materia, y el resultado es una esfera de bronce. Pero, si hubiera generación del ser de la esfera en general, sería algo a partir de algo. Es preciso, en efecto, que lo que se genera sea siempre divisible, y que lo uno sea esto y lo otro esto, es decir, que lo uno sea materia y lo otro especie. Por tanto, si una esfera es la figura igual a partir del medio, lo uno de ella será aquello en lo que está lo que se hace, y lo otro, lo que está en aquello, y el todo, lo generado, por ejemplo la esfera de bronce. Así, pues, está claro por lo dicho que lo que se enuncia como especie o substancia no se genera, pero sí se genera el conjunto total que recibe el nombre de aquélla, y que en todo lo que es generado hay materia, y que lo uno es esto, y lo otro, esto. Pero ¿hay, entonces, una esfera aparte de éstas’, o una casa aparte de los ladrillos? ¿O nunca se generaría, si así fuera, algo determinado, sino que la imposición de la forma significa «de tal cualidad», pero no es esto y determinado, sino que hace y genera, a partir de esto, algo de tal cualidad, y, una vez generado, es esto de tal cualidad? Pero el todo individual, Calias o Sócrates, es como esta determinada esfera de bronce, y el hombre y el animal, como una esfera de bronce en general. Está claro, por consiguiente, que la causa de las Especies, tal como suelen algunos hablar de Especies, suponiendo que haya algunas aparte de los singulares, no sirve de nada en orden a las generaciones y a las substancias; y no habrá, a causa de estas cosas, substancias en sí mismas. Es también claro que, en algunos casos, lo generante es tal cual lo generado, pero no idéntico ni numéricamente uno, sino uno en especie, por ejemplo en las cosas naturales -pues un hombre engendra a un hombre- si no se genera algo al margen de la naturaleza, como cuando un caballo engendra un mulo (aunque también aquí se genera de igual modo; pues lo que sería común a caballo y asno, el género próximo, no tiene nombre, pero probablemente será ambas cosas, como el mulo).
De suerte que está claro que para nada se necesita suponer una especie como modelo (pues se requerirían sobre todo en estas cosas, ya que éstas son substancias en grado sumo), sino que basta que lo generante actúe y sea causa de la especie en la materia.
Y el todo, finalmente, tal especie en estas carnes y estos huesos, es Calias y Sócrates. Y se distinguen por la materia (que es distinta), pero son lo mismo por la especie (pues la especie es indivisible).

Capítulo 9
CONCLUSIÓN DEL ANÁLISIS DEL DEVENIR. LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA. LA PREEXISTENCIA DE LA FORMA

Alguien podría preguntarse por qué unas cosas se generan tanto por arte como automáticamente, por ejemplo la salud, y otras no, por ejemplo una casa. La causa es que la materia de unas, que es el punto de partida de la generación al producir y al generarse alguna de las cosas artificiales, y en la cual existe ya una parte de la obra, una es capaz de moverse por sí misma y otra no, y, en el primer caso, una es capaz de moverse de un modo determinado, y otra no puede hacerlo; pues muchas cosas pueden moverse por sí mismas, pero no de un modo determinado, por ejemplo danzar. Pues bien, las cosas cuya materia es de esta clase, por ejemplo las piedras, es imposible que se muevan de determinada manera, a no ser a impulso de otro, pero de tal otra manera sí; y lo mismo el fuego. Por eso unas cosas no existirán sin el que tenga el arte, pero otras sí; pues serán movidas por algo que no tenga el arte, pero que pueda ser movido a su vez por otros que no tengan el arte o desde una parte.
Está claro también por lo dicho que, en cierto modo, todas las cosas se generan a partir de un homónimo, como las cosas generadas por naturaleza, o de una parte homónima (por ejemplo la casa a partir de una casa, o por la mente; pues el arte es la especie); [o de una parte] o de lo que tiene alguna parte, -a no ser que se generen accidentalmente-.
Pues la causa de producir es parte primera por sí. En efecto, el calor que hay en el movimiento produce calor en el cuerpo; y este calor es la salud o una parte de ella, o le acompaña alguna parte de la salud o la salud misma. Por eso también se dice que produce, porque [la salud] es producida por aquello a lo que acompaña y de lo que es accidente [el calor]. De suerte que, como en los silogismos, la substancia es el principio de todas las cosas (pues los silogismos proceden de la quididad), y aquí, las generaciones. Las cosas constituidas por la naturaleza son también semejantes a éstas. Pues la semilla produce como se producen las cosas que proceden del arte (pues tiene en potencia la especie, y aquello de donde procede la semilla es hasta cierto punto homónimo de lo producido; pues no hay que buscar todas las cosas como de un hombre un hombre; pues también una mujer procede de un varón; a no ser que se trate de un ser incompleto; por eso un mulo no procede de un mulo). Y las cosas que se generan espontáneamente son, como allí, aquellas cuya materia puede también adquirir por sí misma el movimiento que recibe de la semilla; aquellas cuya materia no tiene tal capacidad, es imposible que se generen de otro modo que a partir de ellos. Pero no sólo en relación con la substancia demuestra el argumento que no se genera la especie, sino que sirve igualmente para todas las cosas primeras, por ejemplo para la cantidad, la cualidad y las demás categorías. Pues se genera como la esfera de bronce, pero no una esfera ni bronce, y así sucede también en el bronce, si se genera (pues siempre tienen que preexistir la materia y la especie), y del mismo modo también en la quididad y en la cualidad y en la cantidad, y en las demás categorías igualmente; pues no se genera la cualidad, sino la madera con tal cualidad, ni la cantidad, sino la madera o el animal con tal cantidad. Pero es propio de la substancia, según se deduce de lo expuesto, que necesariamente preexista en entelequia otra substancia que la produzca, por ejemplo un animal, si se genera un animal. En cambio, la cualidad y la cantidad no es necesario que preexistan más que en potencia.

Capítulo 10
LAS PARTES DEL COMPUESTO, LAS DE LA FORMA Y LAS DE LA DEFINICIÓN

Puesto que la definición es un enunciado, y todo enunciado tiene partes, y en la misma relación del enunciado con su objeto está también la parte del enunciado con la parte del objeto, surge aquí la duda de si el enunciado de las partes debe estar contenido en el enunciado del todo, o no. Pues en algunos casos parece estarlo, y en otros no. En efecto, el enunciado del círculo no contiene el de los segmentos, pero el de la sílaba contiene el de sus elementos. Sin embargo, también el círculo se divide en los segmentos, como la sílaba en los elementos. Y, todavía, si las partes son anteriores al todo, y el ángulo agudo es parte del recto, y el dedo, parte del animal, el ángulo agudo será anterior al recto, y el dedo, anterior al hombre. Sin embargo, parecen ser anteriores éstos, pues en el enunciado aquéllos se enuncian partiendo de éstos, y también son anteriores por existir con independencia de los otros. O más bien «parte» se dice en varios sentidos, uno de los cuales es «lo que mide según la cantidad». Pero dejemos esto, y consideremos las partes que constituyen la substancia. Pues bien, si una cosa es materia, y otra, especie, y otra, el compuesto de ambas, y si es substancia la materia y la especie y el compuesto de ambas, en algún sentido también la materia se dice parte de algo, y en algún sentido no, sino los elementos del enunciado de la especie. Por ejemplo, de la concavidad no es parte la carne (pues ésta es la materia en la que se produce), pero es parte de la chatez; y de la estatua en conjunto es parte el bronce, pero no de la estatua enunciada como especie (pues se debe enunciar la especie y en cuanto que cada cosa tiene especie, pero lo material nunca debe ser enunciado en cuanto tal). Por eso el enunciado del círculo no contiene el de los segmentos, pero el de la sílaba contiene el de los elementos; pues los elementos del enunciado son partes de la especie y no materia, pero los segmentos son parte en cuanto que son materia a la que se añade la especie; sin embargo, están más cerca de la especie que el bronce cuando la redondez se genera en el bronce. Pero, en algún sentido, tampoco todos los elementos de la sílaba se incluyen en el enunciado, por ejemplo éstos de cera o los que suenan en el aire; pues también éstos son ya parte de la sílaba como materia sensible.
En efecto, aunque la línea, al ser dividida, se descomponga en mitades, o el hombre en huesos, tendones y carnes, no por eso deben considerarse estas cosas como partes de su substancia, sino como materia, y son partes del compuesto total, pero no de la especie ni de lo que se expresa en el enunciado. Por eso tampoco figuran en los enunciados. Así, pues, unas veces estará incluido el enunciado de tales partes, pero otras veces no debe estarlo, si no se trata del compuesto. Por esta razón algunas cosas se componen de los mismos principios en los que se resuelven, pero otras no. Todas aquellas que se componen de especie y materia, como la chatez y el círculo de bronce, se resuelven en estos principios y es parte de ellas la materia. Pero las que no incluyen en su composición la materia, sino que son inmateriales y su enunciado sólo abarca la especie, no se resuelven en partes, o en absoluto o, al menos, no de esta manera. De suerte que éstos son principios y partes de aquellas cosas, pero no son partes ni principios de la especie. Y por eso la estatua de barro se resuelve en barro, y la esfera, en bronce, y Calias, en carne y huesos, y también el círculo en los segmentos; pues hay un círculo que incluye en su composición la materia, ya que lo mismo se llama círculo el abstracto que el individual, por no haber nombre peculiar para los círculos individuales. Lo que acabamos de decir es verdad; pero digámoslo todavía con más claridad volviendo sobre el tema. Los componentes que son partes del enunciado, y en los cuales éste se divide, son anteriores al compuesto, todos o algunos. Pero el enunciado del ángulo recto no se resuelve en el enunciado del agudo, sino el del agudo en el recto; pues quien define el agudo se sirve del recto; el agudo, en efecto, es «menor que el recto». Y en la misma relación están también el círculo y el semicírculo; pues el semicírculo se define por el círculo, y el dedo, por el cuerpo entero, pues el dedo es «tal parte del hombre». Por consiguiente, todos aquellos componentes que son partes materiales, y en los cuales se divide materialmente el todo, son posteriores a éste; pero los que figuran como partes del enunciado y de la substancia expresada por el enunciado, son anteriores, al menos algunos. Y, puesto que el alma de los animales (ésta es, en efecto, la substancia de lo animado) es la substancia expresada por el enunciado y la especie y la esencia de tal cuerpo (pues cada parte, si se define bien, no se definirá sin su operación, la cual no existirá sin la sensación), de suerte que las partes del alma, por lo menos algunas, son anteriores al animal en conjunto, también será lo mismo individualmente; pero el cuerpo y sus partes son posteriores a esta substancia, y lo que se resuelve en tales partes como en su materia no es la substancia, sino el compuesto. Por consiguiente, tales partes son, en un sentido, anteriores al compuesto, pero, en otro sentido, no (pues no pueden existir separadas; porque un dedo no es dedo de un animal de cualquier modo, sino que un dedo muerto sólo es dedo de nombre). Y algunas son simultáneas, y en tal caso están las indispensables y sin las cuales no puede darse el concepto ni la substancia; por ejemplo, suponiendo que sea tal, el corazón o el cerebro; pues nada importa que lo sea uno u otro. Pero «el hombre» y «el caballo» y todo lo que de este modo se aplica a los individuos, pero universalmente, no es una substancia, sino un compuesto de tal concepto y de tal materia considerada como universal; pero, individualmente, de la materia última surge ya Sócrates, y lo mismo en las demás cosas. Así, pues, hay partes de la especie (y llamo especie a la esencia) y del todo compuesto de la especie y de la materia [y de la materia] misma. Pero partes del enunciado son sólo las de la especie, y el enunciado es del universal. Pues la esencia del círculo y el círculo, y la esencia del alma y el alma, son lo mismo. Pero de la cosa concreta, por ejemplo de este círculo determinado y de cualquier individuo sensible o inteligible -llamo inteligibles, por ejemplo, a los círculos matemáticos, y sensibles, por ejemplo, a los de bronce y a los de madera-, de éstos no hay definición, sino que se conocen por intelección o por percepción sensible, y, una vez desaparecidos de la actualización, no está claro si existen o no existen; pero siempre se enuncian y se conocen mediante el enunciado universal. Y la materia en cuanto tal es incognoscible. La materia, una es sensible y otra inteligible; sensible, por ejemplo, el bronce, la madera y toda materia movible; inteligible, la que está presente en las cosas sensibles, pero no en cuanto sensibles, por ejemplo las Cosas matemáticas.
Hemos tratado del todo y de la parte, de lo anterior y de lo posterior. Pero hay que afrontar la cuestión de si el ángulo recto y el círculo y el animal son anteriores a los elementos en que se dividen y que los constituyen, es decir, a sus partes, y hay que responder que no sin limitaciones. Pues si también el alma es un animal o una cosa animada, o si la de cada uno es cada uno, y si la esencia del círculo es el círculo, y la esencia del ángulo recto y la substancia del ángulo recto son un ángulo recto, habrá que admitir que alguno es posterior a alguna, por ejemplo a las contenidas en el enunciado y a las de algún ángulo recto (en efecto, lo es el que implica materia: el ángulo recto de bronce y el limitado por líneas particulares); pero el carente de materia es posterior a las partes incluidas en el enunciado y anterior a las que integran el individuo. Pero sin limitaciones no debe admitirse. Y, aunque el alma sea distinta y no se identifique con el animal, habrá que admitir unas cosas y otras no, según hemos dicho.

Capítulo 11
LAS PARTES DE LA FORMA Y LAS PARTES DEL COMPUESTO

Surge también naturalmente la cuestión de cuáles son partes de la especie y cuáles no, sino del compuesto. Mientras esto no esté claro, no es posible definir ninguna cosa, pues la definición es del universal y de la especie. Por consiguiente, si no está claro cuáles son las partes materiales y cuáles no, tampoco estará claro el enunciado de la cosa. Pues bien, todas aquellas cosas que vemos producirse en otras de distinta especie, por ejemplo un círculo en bronce o en piedra o en madera, parece evidente que en estos casos nada tienen que ver con la substancia del círculo el bronce ni la piedra, puesto que es separable de ellos; en cuanto a las cosas que no vemos separadas, nada impide que sean de igual condición que éstas, como sucedería aunque todos los círculos que viéramos fuesen de bronce, pues no por eso el bronce pertenecería a la especie; pero sería difícil eliminarlo con la mente. Así, la especie del hombre aparece siempre en carne y huesos y otras partes semejantes. ¿Acaso, entonces, éstas son también partes de la especie y del enunciado? ¿O bien son materia, aunque, por no producirse la especie del hombre también en otras cosas, seamos incapaces de separarlas de ella? Y porque esto parece ser así, pero no está claro cuándo lo es, dudan algunos incluso en el caso del círculo y del triángulo, pensando que no es correcto definirlos por líneas y por la continuidad, y que todas estas cosas se dicen como la carne y los huesos del hombre, y el bronce o la piedra, de la estatua. Y todas las reducen a los números, y afirman que el enunciado de la línea es el de la díada. Y, entre los partidarios de las Ideas, unos dicen que la díada es la Línea en sí, y otros que es la Especie de la línea, pues, según ellos, en algunos casos la Especie y aquello de lo que es Especie se identifican (por ejemplo la Díada y la Especie de la díada), pero en la línea ya no. De aquí resulta que será una la Especie de muchas cosas cuya especie es manifiestamente diversa (que fue la conclusión a que llegaron los pitagóricos), y será posible reducir a una Especie en sí la de todas las cosas y negar que sean Especies las otras. Pero, así, todas las cosas serán una.
Queda, pues, explicado que lo relativo a las definiciones tiene cierta dificultad, y por qué causa. Por eso también es ocioso reducir así todas las cosas y prescindir de la materia. Pues algunas cosas son probablemente esto en esto, o están dotadas de tales propiedades de un modo determinado. Y la comparación con el animal que solía hacer Sócrates el Joven es inadmisible, pues se aleja de la verdad, y hace suponer que es posible el hombre sin las partes, como el círculo sin el bronce. Pero aquí no hay semejanza; el animal, en efecto, es una cosa sensible, y no puede ser definido sin el movimiento, ni, por consiguiente, sin las partes dispuestas de algún modo. Pues la mano no es de todos modos parte del hombre, sino que sólo lo es si puede ejecutar la obra; por consiguiente, tiene que estar viva, y, si no está viva, no es parte del hombre.
Pero, en lo relativo a las Cosas matemáticas, ¿por qué los enunciados no son partes de los enunciados, por ejemplo los semicírculos, del círculo? Pues estas cosas no son sensibles. ¿O no se diferencian en nada? ¿Tendrán también materia algu-nas cosas no sensibles? Tiene, en efecto, alguna materia todo lo que no es esencia ni especie en sí y por sí, sino algo determinado. Por consiguiente, estas cosas no serán partes del círculo universal, pero sí de los círculos particulares, según quedó dicho antes. La materia, en efecto, se divide en sensible e inteligible.
Y es también evidente que el alma es la substancia primera, y el cuerpo es materia, y el hombre o el animal, el compuesto de ambos en sentido universal. Pero Sócrates y Corisco, si también el alma es Sócrates, son algo doble (pues unos los consideran como alma, y otros, como el compuesto); pero, si son simplemente esta alma y este cuerpo determinados, el individuo será también como el universal. Más adelante tendremos que considerar si no habrá otra materia además de la de tales substancias, y si será preciso buscar alguna otra substancia, por ejemplo los Números o algo semejante. A causa de esto, en efecto, intentamos discernir también acerca de las substancias sensibles, ya que en cierto modo el estudio de estas substancias es tarea de la Física o Filosofía segunda. Pues el físico no debe conocer sólo acerca de la materia, sino también, y todavía más, acerca de la substancia expresada en el enunciado. Pero en qué sentido son partes, en las definiciones, las contenidas en el enunciado, y por qué la definición es un solo enunciado (pues es evidente que la cosa es una; pero ¿qué es lo que da unidad a la cosa, teniendo como tiene partes?), lo estudiaremos más adelante.
Hemos explicado de manera general y en cada caso qué es la esencia y cómo es subsistente por sí, y por qué el enunciado de la esencia de algunas cosas contiene las partes de lo definido, y el de otras, no, y que las partes materiales no están incluidas en el enunciado de la substancia, pues no son partes de tal substancia, sino del todo concreto, del cual en cierto modo hay y no hay enunciado; junto con la materia no lo hay (pues es algo indeterminado), pero lo hay con referencia a la substancia primera; por ejemplo, el enunciado de hombre es el del alma; la substancia, en efecto, es la especie inmanente, de cuya unión con la materia procede la que llamamos substancia concreta, por ejemplo la concavidad (pues de la unión de ésta con la nariz procede una nariz chata y la chatez [aquí se dará, en efecto, la nariz dos veces]), pero en la substancia concreta, por ejemplo en una nariz chata o en Calias, estará también la materia; y que la esencia y la cosa singular se identifican en algunos casos, como en las substancias primeras, por ejemplo la curvidad y la esencia de la curvidad, suponiendo que sea primera (y llamo primera a la que no implica la inmanencia de una cosa en otra ni en un sujeto que sirva de materia), pero en las cosas materiales o que implican materia no se identifican, ni en aquellas cuya unidad es accidental, por ejemplo Sócrates y músico; pues estas cosas se identifican accidentalmente.

Capítulo 12
LA UNIDAD DE LA DEFINICIÓN

Hablemos ahora en primer lugar acerca de la definición, en la medida en que no lo hicimos en los Analíticos, pues la cuestión planteada allí es útil para el estudio de la substancia. Me refiero a la cuestión siguiente: ¿por qué es uno aquello cuyo enunciado afirmamos que es una definición, por ejemplo, en el caso del hombre, «animal bípedo»? (supongamos, en efecto, que éste es su enunciado). ¿Por qué, pues, esto es uno y no varios: animal y bípedo? Pues, en el caso de «hombre» y «blanco», son varios cuando lo uno no está en lo otro, pero uno cuando sí está, y el sujeto, es decir el hombre, es afectado por algo (pues entonces se hace uno y es un «hombre blanco»). Pero allí lo uno no participa de lo otro; pues el género no parece participar de las diferencias (si lo hiciera, participaría al mismo tiempo de los contrarios, ya que las diferencias por las que se diferencia el género son contrarias). E incluso si participa da lo mismo, en el supuesto de que las diferencias sean varias, por ejemplo, «con pies, bípedo, áptero».
Pues ¿por qué estas cosas son una sola y no varias? No será porque están en un género, pues así de todas las cosas resultaría una sola. Pero es preciso que constituyan una unidad todas las cosas incluidas en la definición; la definición, en efecto, es un enunciado único y de una substancia, por lo cual tiene que ser enunciado de algo único. En efecto, «substancia» significa algo único y algo determinado, según decimos. 
Debemos estudiar primero las definiciones que se hacen por división. Pues no hay en la definición ninguna otra cosa sino el llamado género primero y las diferencias. Los demás géneros son el primero junto con las diferencias añadidas a él; por ejemplo, el primero es «animal», y el siguiente, «animal bípedo», y después, «animal bípedo áptero». Y lo mismo si se enuncian más términos. En suma, es indiferente que se enuncien muchos o pocos; de manera que también lo es que se enuncien pocos o sólo dos. De estos dos, uno será diferencia, y el otro, género; por ejemplo, en «animal bípedo», «animal» es género, y lo otro, diferencia. Pues bien, si el género no existe en absoluto fuera de las especies consideradas como pertenecientes a él, o si existe pero existe como materia (pues la «voz» es género y materia, y las diferencias forman a partir de ella las especies y los elementos), está claro que la definición es el enunciado basado en las diferencias. Pero es preciso dividir todavía por la diferencia de la diferencia; por ejemplo, una diferencia de animal es «provisto de pies»; seguidamente, es preciso que la diferencia de «animal provisto de pies» sea en cuanto «provisto de pies», de suerte que no se debe decir, para decir bien, que de los «provistos de pies» unos son «alados» y otros «no alados» (quien esto diga mostrará su incapacidad), sino que unos son cisípedos y otros solípedos, pues éstas son diferencias del pie, porque tener los pies divididos en dedos es tener pies de algún modo. Y así se procederá incesantemente, hasta llegar a lo que ya no tiene diferencias; y entonces habrá tantas especies de pie cuantas sean las diferencias, y los animales provistos de pies serán tantos como las diferencias. Si esto es así, está claro que la última diferencia será la substancia de la cosa y su definición, puesto que no se debe decir varias veces lo mismo en los términos de la definición, ya que es superfluo. Pero esto ocurre; pues decir «animal provisto de pies, bípedo» es exactamente igual que decir «animal con pies, con dos pies». Y, si se divide esto por su propia división, se dirá lo mismo varias veces, tantas veces cuantas son las diferencias. Por consiguiente, si se produce una diferencia de otra diferencia, una sola, la última, será la especie y la substancia.
Pero, si se atiende a lo accidental, por ejemplo si se divide a los animales provistos de pies en blancos y negros, las diferencias serán tantas como los cortes de la división. Por consiguiente, está claro que la definición es el enunciado que arranca de las diferencias, y, en rigor, de la última de ellas. Y es evidente, si se cambia el orden de tales definiciones, por ejemplo, de la del hombre, diciendo «animal bípedo provisto de pies»; en efecto, «provisto de pies» resulta superfluo después de haber dicho «bípedo». Pero en la substancia no hay orden; pues ¿cómo se ha de pensar lo uno como posterior y lo otro como anterior? Así, pues, acerca de las definiciones basadas en la división, baste con lo dicho hasta aquí sobre su naturaleza.

Capítulo 13
EL UNIVERSAL NO ES ENTIDAD

Puesto que nuestra investigación trata de la substancia, volvamos sobre nuestro tema. Se dice que es substancia, como el sujeto y la esencia y el compuesto de ambos, también el universal. De los dos primeros hemos hablado ya (a saber, de la esencia y del sujeto, del cual hemos dicho que subyace de dos modos: o siendo algo determinado, como el animal para las afecciones, o como la materia para la entelequia); pero también parece que el universal es para algunos causa por excelencia, y que es un principio. Por consiguiente, pasemos también a estudiarlo.
Parece imposible, en efecto, que sea substancia cualq uiera de los llamados universales.
Pues, en primer lugar, es substancia de cada cosa la que es propia de cada cosa y no se da en otra; pero el universal es común, pues se llama universal aquello que por su naturaleza puede darse en varios. ¿De qué, entonces, será substancia el universal? O bien, en efecto, lo será de todas las cosas o de ninguna, y de todas no es posible que lo sea. Pero, si lo es de una, también las otras serán ésta; pues aquellas cosas cuya substancia es una y cuya esencia es una, también ellas son una.
Además, se llama substancia lo que no se predica de un sujeto; pero el universal se dice siempre de algún sujeto. ¿O es que el universal no puede ser substancia como la esencia, pero puede estar incluido en ésta, como el Animal en el hombre y en el caballo?
Entonces es evidente que hay cierto enunciado de él. Y nada importa que no haya enunciado de todas las cosas incluidas en la substancia; pues, a pesar de ello, el universal será substancia de algo, como lo es el Hombre del hombre en el que está presente; de suerte que nuevamente sucederá lo mismo; pues el Animal, por ejemplo, será substancia de aquello en lo que está contenido como cosa propia. Y, además, es imposible y absurdo que lo que es determinado y substancia, si está compuesto, no esté compuesto de substancias ni de algo determinado, sino de cualidades; pues la nosubstancia y la cualidad serían antes que la substancia y lo determinado. Y esto es imposible. Pues ni en cuanto al enunciado, ni en cuanto al tiempo ni en cuanto a la generación es posible que sean antes las afecciones que la substancia; de lo contrario, serían también separables.
Además, en Sócrates habría una substancia en otra substancia; de suerte que sería substancia de dos cosas. Y, en suma, si son substancia el hombre y todos los seres que se enuncian de este modo, ocurre que ninguna de las cosas incluidas en el enunciado es substancia de nada ni existe fuera de aquéllos ni en otro; quiero decir que, por ejemplo, no hay ningún animal fuera de los animales particulares, ni ninguna otra cosa de las incluidas en los enunciados. Así, pues, de estas consideraciones resulta claro que ninguno de los universales es substancia y que nada de lo que se predica de una manera común significa algo determinado, sino algo de tal cualidad. Y, si no, resultan otros muchos inconvenientes y el «tercer hombre».
Y, además, es evidente también por lo siguiente. Es imposible que una substancia esté compuesta de substancias presentes en ella como en entelequia; pues las cosas que así son dos en entelequia nunca son una en entelequia; pero, si son dos en potencia, pueden ser una (por ejemplo, la línea doble consta de dos medias líneas en potencia; pues la entelequia separa); de suerte que, si la substancia es una, no estará compuesta de substancias presentes en ella y de aquel modo que expone bien Demócrito; afirma, en efecto, que es imposible que de dos cosas se haga una, o de una, dos; pues convierte en substancias las magnitudes indivisibles. Es, por tanto, evidente que lo mismo sucederá con el número, si el número es, como dicen algunos, una composición de unidades; pues o bien la díada no es una, o no hay en ella una unidad en entelequia.
Pero el resultado implica una dificultad. Pues si, de una parte, no es posible que ninguna substancia conste de universales porque significan una manera de ser pero no una cosa determinada, y, de otra, tampoco puede admitirse que ninguna substancia esté compuesta de substancias en entelequia, toda substancia será simple, de suerte que tampoco podrá haber enunciado de ninguna substancia. Ahora bien, todos admiten, y ya lo dijimos antes, que la substancia es el único o, al menos, el principal objeto de la definición. Y ahora resulta que tampoco ella puede definirse; por consiguiente, no habrá definición de nada; o bien la habrá en algún sentido y en algún sentido no. Esto se verá más claro por lo que se dirá más adelante.

Capítulo 14
LAS IDEAS PLATÓNICAS NO SON ENTIDADES

Pero estas consideraciones muestran ya las consecuencias de mantener que las Ideas son substancias separadas y afirmar al mismo tiempo que la especie se compone del género y de las diferencias. Porque, si existen las Ideas, y si el Animal está contenido en el hombre y en el caballo, o bien es uno solo y el mismo numéricamente en ambos, o bien es distinto; en el enunciado evidentemente es uno solo; pues el que lo enuncia en uno y otro formula el mismo enunciado. Así, pues, si hay un Hombre en sí, que es de suyo algo determinado y separado, también sus elementos, por ejemplo «animal» y «bípedo», significarán necesariamente algo determinado, estarán separados y serán substancias; por consiguiente, también lo será «Animal».
Así, pues, si el Animal que hay en el caballo y en el hombre es uno mismo, como lo eres tú con relación a ti mismo, ¿cómo puede este uno ser uno en las cosas que están separadas, y por qué este Animal no ha de estar también separado de sí mismo?
Además, si participa de lo «bípedo» y de lo «polípedo», resulta algo imposible, pues se darán al mismo tiempo atributos contrarios en una cosa que constituye una unidad y algo determinado; y, si no, ¿cuál será el sentido cuando alguien diga que el animal es  bípedo o que tiene pies? Quizá que está compuesto, o en contacto, o mezclado. Pero todo esto es absurdo. Será, pues, distinto en cada caso. Por consiguiente, serán, por decirlo así, infinitas las cosas cuya substancia es «animal»; pues el hombre no procede del animal accidentalmente. Además, muchas cosas serán el Animal en sí. Pues será substancia el animal que hay en cada uno (éste, en efecto, no se enuncia según otra cosa; de lo contrario, el Hombre procedería de ésta, y ésta sería su género), y, además, serán Ideas todos los elementos del hombre; y, por tanto, no habrá Idea de uno y substancia de otro (pues es imposible). Por consiguiente, cada uno de los animales será Animal en sí. Además, ¿de qué procede este animal, y cómo puede proceder del Animal en sí? ¿O cómo es posible que el animal, cuya substancia es la Animalidad en sí, exista aparte del Animal en sí?
Y también en las cosas sensibles se presentan estos inconvenientes y otros mayores. Por tanto, si es imposible que sean así, resulta evidente que no hay Ideas de ellas en el sentido en que algunos dicen.

Capítulo 15
NO HAY DEFINICIÓN DE LAS REALIDADES INDIVIDUALES Y, POR TANTO TAMPOCO LA HAY DE LAS IDEAS

Y, puesto que la substancia es de dos clases: el todo concreto y el concepto (en el primer caso la substancia comprende el concepto junto con la materia, mientras que en el segundo es el concepto en sentido pleno), las que se toman en el primer sentido son corruptibles (pues también son generables), pero del concepto no hay corrupción posible (ya que tampoco hay generación, pues no se genera la esencia de casa, sino la de esta casa); el concepto, en efecto, es y no es sin generación ni corrupción; pues quedó demostrado que nadie genera ni hace estas cosas. Por eso tampoco es posible definir ni demostrar las substancias sensibles singulares, porque tienen materia, cuya naturaleza es tal que pueden existir y no existir; por eso todas las que entre ellas son singulares, son corruptibles. Por consiguiente, si la demostración tiene por objeto las cosas necesarias, y si la definición es un procedimiento científico, y si, así como no es posible que la ciencia sea unas veces ciencia y otras ignorancia (sino que en tal caso se tratará de una opinión), tampoco es posible que haya demostración ni definición de lo que puede ser de otro modo (sino que se tratará de una opinión), es evidente que no puede haber definición ni demostración de las cosas singulares sensibles. Pues las cosas que se corrompen, cuando se alejan de la percepción sensible, son oscuras para los que tienen la ciencia, y, aunque se conserven en el alma sus conceptos, ya no será posible definirlas ni demostrarlas. Por eso, en las definiciones, cuando alguien trate de definir alguna de las cosas singulares, es preciso no desconocer que siempre es posible refutarlo; pues no es posible definirlas. Según esto, tampoco se puede definir ninguna Idea. Pues la Idea, según dicen, pertenece a las cosas singulares y tiene existencia separada. Y es necesario que el enunciado conste de nombres; pero el nombre no lo hará el que define (pues sería ininteligible), y los ya existentes son comunes a todas las cosas; por consiguiente, éstos se aplicarán necesariamente también a otra. Por ejemplo, si uno trata de definirte, dirá que eres un animal delgado o blanco o alguna otra cosa que se aplicará también a otro. Y si alguien dijera que nada impide que separadamente todas estas designaciones se apliquen a muchos, pero que simultáneamente sólo se aplican a uno, se debe responder, en primer lugar, que también a ambos elementos; por ejemplo, «animal bípedo» se aplicará al animal y a lo bípedo (y en las cosas eternas esto será así incluso necesariamente, puesto que son anteriores y partes del compuesto; y, además, son seres separados si suponemos que el Hombre es un ser separado; pues o no lo es ninguno, o lo son ambos; ahora bien, si no lo es ninguno, no existirá el género aparte de las especies, y, si existe, también la diferencia); y, además, porque son anteriores en el ser; y estas cosas no se destruyen a su vez. Asimismo, si las Ideas constan de ideas (las partes integrantes son, en efecto, menos compuestas), también tendrán que predicarse de muchos aquellos elementos de los que consta la Idea, por ejemplo «Animal» y «Bípedo». Y, si no, ¿cómo pueden ser conocidos? Habría, en efecto, alguna Idea que no podría predicarse más que de uno. Y no parece posible, sino que toda idea parece ser participable.
Así, pues, como hemos dicho, no se dan cuenta de que es imposible la definición en las cosas eternas, sobre todo en las que son únicas, como el Sol o la Luna. Pues no sólo yerran al añadir cosas tales que, si se suprimen, todavía seguirá siendo Sol, por ejemplo «que va alrededor de la tierra» o «que está oculto de noche» (como si, en caso de que se detuviera o brillara de noche, ya no fuera Sol; lo cual es absurdo, ya que «Sol» significa cierta substancia), sino también al añadir cosas que pueden darse en otro, con lo cual, si otro llegase a tener esas cualidades, es evidente que sería Sol; por consiguiente, el enunciado sería común; pero el Sol es una cosa singular, como Cleón o Sócrates. Y ¿por qué ninguno de ellos trata de dar la definición de una Idea? Al intentarlo verían claramente que es verdad lo que aquí se ha dicho.

Capítulo 16
NO SON ENTIDADES LAS PARTES DE LAS REALIDADES SENSIBLES NI LOS UNIVERSALES

Está claro que incluso la mayoría de las que parecen ser substancias son potencias: las partes de los animales (pues ninguna de ellas existe separada, y, cuando se separan, sólo existen como materia), la Tierra, el Fuego y el Aire; pues ninguna de estas cosas constituye una unidad, sino como un montón, hasta que son transformadas y surge de ellas algo dotado de unidad. Y, sobre todo, podría pensarse que las partes de los seres animados y las del alma fácilmente llegan a ser ambas cosas, siendo en entelequia y en potencia, por tener principios del movimiento a partir de algo que hay en las articulaciones; por eso algunos animales, divididos, siguen viviendo. Sin embargo, todas ellas estarán en potencia cuando constituyan una unidad y algo continuo por naturaleza y no por fuerza o por implantación; pues en tal caso habría malformación.
Y, puesto que «Uno» tiene los mismos significados que «Ente», y la substancia de lo que es uno es también una, y las cosas cuya substancia es numéricamente una son también numéricamente una, está claro que ni el Uno ni el Ente pueden ser substancia de las cosas, como tampoco el ser del Elemento o del Principio. Pero buscamos cuál es, entonces, el principio, a fin de remontarnos a algo más cognoscible. Así, pues, de estos conceptos, están más cerca de ser substancia el Ente y el Uno que el Principio y el Elemento y la Causa; pero tampoco ellos llegan a serlo, puesto que nada común es substancia; la substancia, en efecto, no está en nada más que en sí misma y en lo que la tiene, de lo cual es substancia. Además, lo que es uno no puede estar en varios lugares al mismo tiempo, pero lo común sí; por tanto, es evidente que ninguno de los universales existe fuera de los singulares separadamente. Pero los partidarios de las Especies tienen razón al separarlas, si es que son substancias, pero no la tienen al convertir en Especie el Uno aplicado a muchos. Y la causa es que no pueden decir cuáles son estas substancias incorruptibles existentes fuera de las singulares y sensibles. Las hacen, en efecto, de la misma especie que las corruptibles (pues éstas las conocemos): «Hombre en sí» y «Caballo en sí», añadiendo a las cosas sensibles la expresión «en sí». Sin embargo, aunque nunca hubiéramos visto los astros, no por eso, creo yo, dejarían de ser substancias eternas separadas de las que nosotros conociéramos; de suerte que también ahora, aunque no sepamos cuáles son, sin duda tiene que haber algunas. Así, pues, es evidente que ninguno de los universales es substancia, ni ninguna substancia se compone de substancias.

Capítulo 17
LA ENTIDAD Y LA FORMA. LA FORMA COMO FIN

A qué se debe llamar substancia y cuál es su naturaleza, digámoslo de nuevo y tomando como un nuevo punto de partida; pues quizá de este modo podamos explicar también aquella substancia que está separada de las substancias sensibles. Y, puesto que la substancia es un principio y una causa, debemos partir de aquí. Se busca siempre el «por qué» en el sentido de por qué una cosa se da en otra. Pues tratar de averiguar por qué el hombre músico es hombre músico, o bien es buscar lo dicho: por qué el hombre es músico, o bien es otra cosa. Ahora bien, tratar de averiguar por qué una cosa es ella misma no es tratar de averiguar nada (es preciso, en efecto, que el «que» y el «ser» estén previamente claros -por ejemplo, que la Luna se eclipsa-; pero «porque una cosa es ella misma» es la única respuesta y la única causa para todas las cosas, como por qué el hombre es hombre y el músico es músico, a no ser que se diga «porque cada cosa es indivisible en orden a sí misma», que es lo mismo que afirmar su unidad. Pero aquello es común a todas las cosas y breve). Mas podría preguntarse por qué el hombre es un animal de tal naturaleza. Y entonces es evidente que no se pregunta por qué el que es hombre es hombre. Se pregunta, en efecto, por qué algo se da en algo (pero el hecho de que se da debe estar claro; de lo contrario, no se pregunta nada); por ejemplo, ¿por qué truena?, porque se produce ruido en las nubes. Pues lo que aquí se busca es una cosa de otra. Y ¿por qué estas cosas, por ejemplo, ladrillos y piedras, son una casa? Es, pues, evidente que se busca la causa; y ésta es, desde el punto de vista de los enunciados, la esencia, que en algunas cosas es la causa final, por ejemplo, sin duda en una casa o en una cama, y en otras, el primer motor; pues también éste es una causa. Pero esta última causa la buscamos cuando se trata de la generación o corrupción; en cambio, la otra, también cuando se trata del ser.

Donde más oculto está lo que buscamos es en las cosas que no se predican unas de otras; por ejemplo, se pregunta qué es un hombre porque se enuncia simplemente y no se define que estas cosas son esto. Pero se debe preguntar articuladamente; de lo contrario, resulta igual no preguntar nada que preguntar algo. Y, puesto que es preciso conocer que la cosa existe, es evidente que se pregunta por qué la materia es algo determinado; por ejemplo, ¿por qué estos materiales son una casa? Porque se da en ellos la esencia de casa. Y esto, o bien este cuerpo que tiene esto, es un hombre. Por consiguiente, se busca la causa por la cual la materia es algo (y esta causa es la especie); y esta causa es la substancia. Así, pues, es claro que, tratándose de cosas simples, no es posible la pregunta ni la enseñanza, sino que es otro el método de investigarlas. Y, puesto que lo compuesto de algo de tal modo que el conjunto total sea uno, no como un montón, sino como la sílaba -y la sílaba no es los elementos, ni B más A es lo mismo que BA, ni la carne es Fuego más Tierra (puesto que, después de disolverse, ya no existen los conjuntos totales, por ejemplo la carne o la sílaba, pero sí los elementos y el Fuego y la Tierra); la sílaba, en efecto, es algo, no sólo los elementos, vocal y consonante, sino también otra cosa, y la carne no es sólo Fuego y Tierra, es decir lo caliente y lo frío, sino también otra cosa-; si, por consiguiente, también aquello es necesariamente un elemento o un compuesto de elementos, si es un elemento, nuevamente se planteará la misma cuestión (pues la carne se compondrá de este elemento y de Fuego y Tierra y todavía otra cosa, de suerte que se procederá al infinito); pero si procede de un elemento, evidentemente no constará de uno, sino de varios, o será la cosa misma, de suerte que nuevamente haremos en este caso el mismo razonamiento que en el caso de la carne o de la sílaba. Mas pudiera pensarse que esto es algo, pero no un elemento, y que es la causa de que tal cosa sea carne y tal otra una sílaba; y lo mismo en las demás cosas. Y esto es la substancia de cada cosa (pues esto es la primera causa del ser) -y, puesto que algunas cosas no son substancias de nada, sino que todas las substancias están constituidas según naturaleza y por naturaleza, también parecerá ser substancia esta naturaleza, que no es un elemento, sino un principio. Elemento es el componente material de una cosa en el que ésta se divide; por ejemplo, de la sílaba, la A y la B.

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