LIBRO VIII (Η)
Capítulo 1
RECAPITULACIÓN Y RESUMEN DEL LIBRO VII. LA MATERIA Y EL CAMBIO
Es preciso recapitular lo que hemos dicho, resumir lo más importante y sacar la conclusión. Hemos dicho que el objeto de nuestra investigación son las causas y los principios y los elementos de las substancias. Pero, entre las substancias, unas son admitidas por todos, mientras que acerca de otras se han manifestado algunos particularmente. Son generalmente admitidas las substancias físicas, como el Fuego, la Tierra, el Agua, el Aire y los demás cuerpos simples, y también las plantas y sus partes, y los animales y las partes de los animales, y, finalmente, el Cielo y las partes del Cielo.
Y particularmente dicen algunos que son substancias las Especies y las Cosas matemáticas. Pero, desde el punto de vista de los enunciados, resulta que hay también otras substancias: la esencia y el sujeto. Por otra parte, el género es más substancia que las especies, y el universal, más que los singulares. Y al universal y al género se asocian también las Ideas (por la misma razón, en efecto, son consideradas como substancias). Y, puesto que la esencia es una substancia y su enunciado es la definición, por eso hemos tratado de la definición y de lo que se predica en cuanto tal.
Y, puesto que la definición es un enunciado y el enunciado tiene partes, también era necesario estudiar, acerca de la parte, cuáles son partes de la substancia y cuáles no, y si éstas son también partes de la definición. Por lo demás, ni el universal es substancia ni lo es el género; y acerca de las Ideas y de las Cosas matemáticas tendremos que reflexionar más adelante; pues algunos dicen que, aparte de las substancias sensibles, existen éstas. Pero tratemos ahora de las substancias reconocidas por todos. Y éstas son las sensibles. Todas las substancias sensibles tienen materia. Y es substancia el sujeto, en un sentido la materia (al decir materia me refiero a la que, no siendo en acto algo determinado, es en potencia algo determinado), y en otro sentido el enunciado y la forma, lo que, siendo algo determinado, es separable por el enunciado; y, en tercer lugar, al compuesto de ambas cosas, el único del que hay generación y corrupción y es plenamente separable; pues, de las que son substancias desde el punto de vista del enunciado, unas son separables y otras no.
Y es evidente que también la materia es substancia; pues en todos los cambios opuestos hay algo que es el sujeto de los cambios; por ejemplo, en cuanto al lugar, lo que ahora está aquí y después allí, y, en cuanto al crecimiento, lo que ahora es de tal tamaño y luego menor o mayor, y, en cuanto a la alteración, lo que ahora está sano y después enfermo; e igualmente, en cuanto a la substancia, lo que ahora está en generación y luego en corrupción, y ahora es sujeto como algo determinado y luego sujeto en el sentido de la privación. Y acompañan a éste los otros cambios, pero a uno o dos de los otros no acompaña éste; pues no es necesario que, si algo tiene materia localmente mudable, la tenga también generable y corruptible. Cuál es la diferencia entre la generación absoluta y la no absoluta, quedó explicado en la Física.
Capítulo 2
LAS DIFERENCIAS Y LA FORMA COMO ACTO EN LAS REALIDADES SENSIBLES
Puesto que la substancia como sujeto y como materia es reconocida por todos, y ésta es la que está en potencia, nos queda por decir cuál es la substancia de las cosas sensibles considerada como acto.
Demócrito parece admitir que hay tres diferencias (pues, según él, el sujeto corpóreo, la materia, es una y la misma cosa, pero difiere o bien por la proporción, que es una figura, o por el giro, que es una posición, o por el contacto, que es una ordenación).
Pero las diferencias parecen ser muchas; así, unas cosas se forman por composición de su materia, por ejemplo las que proceden de una mezcla, como la hidromiel; otras, por atadura, como un haz; otras, por encolamiento, como un libro; otras, por sujeción con clavos, como un arca; otras, por varias de estas diferencias; otras, por su posición, como el umbral y el dintel (pues éstos se diferencian por estar puestos de cierto modo); otras, por el tiempo, como la cena y el almuerzo, y otras, por el lugar, como los vientos; otras, por la afecciones de las cosas sensibles, como dureza o blandura, densidad o raleza, sequedad o humedad, y unas, por algunas de estas cosas, y otras, por todas ellas, y, en suma, unas por exceso y otras por defecto. De donde resulta evidente que también «es» se dice de todos estos modos; pues es umbral porque está puesto de tal modo, y «ser» significa precisamente «estar puesto de tal modo», y «ser hielo», «estar condensado de tal manera». Y el ser de algunas cosas se definirá incluso por todo esto, por estar en parte mezcladas, en parte fundidas, en parte atadas, en parte condensadas, en parte por tener las demás diferencias, como una mano o un pie.
Deben, por consiguiente, ser tenidos en cuenta los géneros de las diferencias (pues éstas serán principios del ser), por ejemplo los constituidos por el más o el menos o por la densidad o la raleza y demás cualidades semejantes; pues todos ellos son exceso o defecto. Y si algo se diferencia por la figura o por la lisura o la rugosidad, trátase en tales casos de derechura o curvatura. Para otras cosas el ser será el estar mezcladas, y opuestamente el no ser.
De lo dicho se deduce claramente que, si la substancia es causa del ser de cada cosa, debe buscarse en estas diferencias cuál es la causa del ser de cada una de estas realidades. Ninguna de ellas es substancia, ni siquiera asociada con otra cosa; sin embargo, en cada una hay algo análogo a la substancia. Y así como en las substancias lo que se predica de la materia es el acto mismo, también en las demás definiciones lo es en grado sumo. Por ejemplo, si tenemos que definir un umbral, diremos que es madera o piedra puestas de tal modo, y una casa, ladrillos y maderas puestos de tal modo (o añadiendo en algunos casos la causa final), y hielo, agua solidificada o condensada de tal modo, y armonía, tal o cual mezcla de agudo y grave. Y lo mismo en las demás cosas. Es claro, por consiguiente, que el acto y el enunciado son diferentes para cada materia; pues para unas es la composición, para otras la mezcla, y para otras, alguna otra cosa de las mencionadas. Por eso los que, al definir una casa, dicen que es un conjunto de piedras, ladrillos y maderas, describen la casa en potencia, pues estas cosas son materia; los que dicen que es un recinto protector de bienes y personas o algo semejante, hablan del acto; y los que juntan ambas descripciones, enuncian la tercera substancia, compuesta de estos elementos (pues el enunciado que se apoya en las diferencias parece expresar la especie y el acto, y el que se basa en las partes integrantes, más bien la materia); y así también las definiciones aceptadas por Arquitas, pues abarcan ambas cosas. Por ejemplo, ¿qué es la ausencia de viento? Quietud en gran extensión del aire; pues el aire es materia, y la quietud, acto y substancia. ¿Qué es bonanza? Tersura del mar; el sujeto material es el mar, y el acto y la forma, la tersura.
Queda, pues, claro por lo dicho cuál es la substancia sensible y cómo lo es; pues una lo es como materia, otra como forma y acto, y la tercera se compone de éstas.
Capítulo 3
LA FORMA NO ES UN ELEMENTO MATERIAL DEL COMPUESTO. LA UNIDAD DE LA FORMA COMO ACTO PERFECTO
Hay que tener en cuenta que a veces no se ve bien si un nombre significa la substancia compuesta o el acto y la forma; por ejemplo, si el significado de «casa» es el compuesto, es decir «refugio hecho de ladrillos y piedras puestos de tal modo», o el acto y la especie, es decir «refugio»; o si «línea» significa «díada en longitud» o «díada», y «animal», «alma en un cuerpo» o «alma», pues ésta es substancia y acto de algún cuerpo. Pero «animal» podría tener ambos sentidos, no como expresado por un solo enunciado, sino como referido a un solo objeto.
Pero esto, que es importante para otras cosas, no lo es para el estudio de la substancia sensible; pues la esencia reside en la especie y en el acto. «Alma» y «esencia de alma» es lo mismo; pero «esencia de hombre» y «hombre» no son lo mismo, a no ser que el alma pueda ser llamada «hombre». Así, pues, en unos casos sí y en otros no. Si se analiza la sílaba, no parece constar de los elementos más composición, ni la casa parece ser ladrillos más composición. Y es natural, pues ni la composición ni la mezcla proceden de aquello de lo que son composición o mezcla. Y tampoco ninguna de las demás cosas; por ejemplo, si el umbral lo es por su posición, la posición no procede del umbral, sino más bien éste de aquélla. Por consiguiente, tampoco el hombre es «animal» más «bípedo», sino que tiene que haber algo que esté fuera de estas cosas, si estas cosas son materia, y que no sea ni elemento ni compuesto de elementos, sino la substancia; los que prescinden de ello, enuncian la materia. Por tanto, si ello es la causa del ser y se identifica con la substancia, no pueden enunciar la substancia misma. (Es, pues, necesario que ésta sea o bien eterna o bien corruptible sin corromperse, y que haya llegado a ser sin generarse. Y ya se ha mostrado y explicado en otro sitio que nadie hace ni genera la especie, sino que se hace esto en concreto y se genera la cosa compuesta. Pero si las substancias de las cosas corruptibles son o no separables, no está aún claro, aunque es evidente que las de algunas no pueden serlo, concretamente las de aquellas que no pueden existir aparte de los singulares, por ejemplo una casa o un utensilio. Quizá, en efecto, ni siquiera son substancias estas cosas ni ninguna otra de las no constituidas por la naturaleza, ya que puede pensarse que sólo la naturaleza es la substancia en las cosas corruptibles.)
Por consiguiente, tiene algún fundamento la dificultad que ponían los seguidores de Antístenes y otros igualmente indoctos, al decir que no es posible definir la quididad (pues, según ellos, la definición es un enunciado largo), y que se puede incluso enseñar cómo es una cosa, por ejemplo la plata, pero no qué es, diciendo que es como estaño; de suerte que de algunas substancias puede haber definición y enunciado, por ejemplo de las compuestas, ya sean sensibles ya inteligibles; pero no de sus elementos, puesto que el enunciado definidor afirma una cosa de otra, y es preciso que una esté en función de materia y la otra en función de forma.
Y es también claro que, si las substancias son de algún modo números, lo son así, y no, como algunos dicen, una suma de unidades; pues la definición es en cierto modo un número, ya que es divisible, y por cierto en partes indivisibles (pues sus enunciados no son infinitos), y el número es de esta misma condición. Y así como, si a un número se le quita o añade alguno de los elementos de que consta, ya no es el mismo número, sino otro, por poco que sea lo que se le quite o añada, así tampoco la definición ni la esencia seguirá siendo lo que era si se le quita o añade algo. Y es preciso que en el número haya algo por lo cual es uno; pero ellos no saben decir en virtud de qué es uno, si ciertamente es uno (pues o bien no lo es, sino que es como un montón, o, si lo es, hay que decir qué es lo que hace que sea uno procedente de varios). También la definición es una, pero tampoco pueden explicarla. Y es natural que así ocurra, pues la razón es la misma, y la substancia es una como hemos dicho, y no, según dicen algunos, como si fuese cierta unidad o un punto, sino que cada una es una entelequia y cierta naturaleza. Y así como el número no admite el más ni el menos, tampoco la substancia en cuanto se ajusta a la especie, y, si alguna lo admite, será la que implica materia.
Queda, pues, explicado con lo dicho en qué sentido es posible o imposible la generación y la corrupción de las llamadas substancias, y hasta qué punto pueden ser éstas reducidas al número.
Capítulo 4
LAS CAUSAS DE LAS ENTIDADES Y ACONTECIMIENTOS SENSIBLES
Acerca de la substancia material, es preciso no olvidar que, aunque todas las cosas procedan del mismo elemento primero o de los mismos elementos considerados como primeros, y aunque la misma materia sirva de principio a todas las cosas que se generan, sin embargo, hay una que es propia de cada cosa; por ejemplo, de la flema es primera materia lo dulce o lo graso, y de la bilis, lo amargo o algo semejante; aunque quizá estas cosas procedan de lo mismo. Y llega a haber varias materias de lo mismo cuando la una es materia de lo otro; por ejemplo, la flema procede de lo graso y de lo dulce, si lo graso procede de lo dulce, y de la bilis, por resolverse la bilis en la materia primera. Una cosa, en efecto, puede proceder de otra de dos modos, o bien porque una es previa al devenir de la otra o bien por resolución de ésta en su principio. Pero cabe que, siendo una la materia, se produzcan cosas diversas por obra de la causa eficiente; por ejemplo, de madera, un cofre y una cama. Pero, de algunas cosas, la materia es necesariamente diversa, por ser ellas diversas; por ejemplo, una sierra no puede hacerse de madera, y esto no depende de la causa eficiente, pues nadie hará una sierra de lana o de madera. Por tanto, siempre que es posible hacer la misma cosa de distintas materias, es evidente que el arte y el principio del movimiento tiene que ser el mismo; pues si la materia es diferente, y también el motor, también lo será el producto. Así, pues, cuando se busca la causa de algo, puesto que las causas se dicen en varios sentidos, es preciso enunciar todas las causas posibles. Por ejemplo, ¿cuál es, como materia, la causa del hombre? ¿Acaso los menstruos? ¿Y cuál, como motor? ¿Quizá el semen? ¿Y cuál, como especie? La esencia. ¿Y cuál, como aquello para lo que? El fin.
Pero quizá las dos últimas son una misma.
Y es preciso enunciar las causas más próximas. ¿Cuál es la materia? No fuego, o tierra, sino la propia. Así, pues, en cuanto a las substancias naturales y generables, es necesario proceder de este modo para proceder rectamente, puesto que, en efecto, tal es la índole y el número de las causas, y es preciso conocerlas. En cuanto a las substancias naturales pero eternas, el procedimiento es otro; pues quizás algunas no tienen materia, o no la tienen tal, sino tan sólo localmente movible. Y las cosas que son por naturaleza, pero no son substancias, tampoco tienen materia, sino que el sujeto es su substancia. Por ejemplo, ¿cuál es la causa de un eclipse? ¿Cuál su materia? Ninguna, sino que la Luna es la que lo padece. Y ¿cuál es la causa eficiente que destruye la luz? La Tierra. Y la causa final sin duda no existe. Y lo que hace de especie es el enunciado; pero el enunciado es oscuro si no lo acompaña la causa. Por ejemplo, ¿qué es un eclipse?
Privación de luz. Pero, si se añade «por la interposición de la Tierra», este enunciado implica la causa. En cuanto al sueño, no está claro cuál es su primer paciente. ¿Será el animal? Sí; pero ¿en cuanto a qué, y cuál es lo primero? El corazón u otro órgano.
Además, ¿cuál es la causa eficiente? Y, todavía, ¿cuál es la afección de ese órgano y no del cuerpo entero? ¿Una inmovilidad especial? Sí; pero ésta ¿a qué afección primera se debe?
Capítulo 5
LA MATERIA Y LOS CONTRARIOS. LA GENERACIÓN
Puesto que algunas cosas existen y dejan de existir sin generación ni corrupción, por ejemplo los puntos, si verdaderamente existen, y en general las especies (pues no se genera lo blanco sino el madero blanco, si es que todo lo que es generado se genera a partir de algo y se convierte en algo), no todos los contrarios pueden generarse recíprocamente, pues no se genera del mismo modo un hombre blanco a partir de un hombre negro que lo blanco a partir de lo negro; y no todo tiene materia, sino tan sólo las cosas sujetas a generación y a cambio recíproco. Pero las cosas que sin cambiar existen o dejan de existir, no tienen materia.
Es difícil saber en qué relación está con los contrarios la materia de cada cosa. Por ejemplo, si el cuerpo está sano en potencia y la enfermedad es lo contrario de la salud, ¿acaso tiene en potencia ambos estados? Y el agua ¿es en potencia vino y vinagre? ¿O es materia del uno en virtud de la posición y de la especie, y del otro en virtud de la privación y corrupción contraria a la naturaleza? También ofrece dificultad la cuestión de por qué el vino no es materia del vinagre ni vinagre en potencia (aunque de él se hace vinagre) y el viviente un cadáver en potencia. O no, sino que las corrupciones son accidentales, y la materia misma del viviente por efecto de la corrupción es potencia y materia de un cadáver, y el agua, del vinagre; pues se generan a partir de estas cosas como la noche a partir del día. Y todas las cosas que así se cambian recíprocamente es preciso que se conviertan en su materia; por ejemplo, si de un cadáver ha de producirse un viviente, primero tiene que convertirse en su materia, y luego se hará así viviente; y el vinagre, en agua, y luego se hará así vino.
Capítulo 6
LA UNIDAD DE LA DEFINICIÓN
En cuanto a la dificultad mencionada acerca de las definiciones y los números, ¿cuál es la causa de su unidad? Pues todo lo que tiene varias partes y no es en conjunto como un montón, sino que constituye un todo distinto de las partes, tiene alguna causa, puesto que también los cuerpos tienen como causa de su unidad unos el contacto, otros la viscosidad o alguna otra afección semejante. Pero la definición es un enunciado con unidad, no por concatenación como la Ilíada, sino por ser de un solo objeto. ¿Qué es, entonces, lo que hace uno al hombre, y por qué es una sola cosa y no varias, por ejemplo «animal» y «bípedo», sobre todo si existe, como afirman algunos, un Animal en sí y un Bípedo en sí? ¿Por qué, en efecto, el hombre no es estos En sí, con lo cual los hombres serían por participación no del Hombre ni de una Idea, sino de dos, del Animal y de lo Bípedo, y, en suma, el hombre no sería uno, sino varios, animal y bípedo? Es, pues, evidente que los que así proceden, de acuerdo con las definiciones y enunciados que les son habituales, no pueden responder ni solucionar esta dificultad. Pero, si se admite nuestra distinción entre la materia y la forma, entre la potencia y el acto, dejará de parecer difícil lo que indagamos. Esta dificultad, en efecto, es la misma que si la definición de «vestido» fuese «bronce redondo»; pues este nombre sería signo del enunciado, de suerte que la cuestión se reduciría a saber cuál era la causa de que lo redondo y el bronce constituyesen una unidad. La dificultad desaparece, porque lo uno es materia y lo otro forma. ¿Cuál es, entonces, la causa de que lo que es en potencia sea en acto, aparte de la eficiente, en las cosas sujetas a generación? No hay, en efecto, ninguna otra causa de que la esfera en potencia sea esfera en acto, sino la esencia de una y otra cosa. Pero la materia puede ser inteligible o sensible, y el enunciado tiene siempre de una parte materia y de otra acto; por ejemplo, el círculo es una figura plana. Y todas aquellas cosas que no tienen materia, ni inteligible ni sensible, son directamente una unidad cada una, como también directamente «algo»,«esto», «cual», «cuanto». Por eso no figuran en las definiciones ni el Ente ni el Uno. Y la esencia es directamente algo uno y también un ente. Por eso ninguna de estas cosas tiene otra causa de ser algo uno ni de ser un ente. Pues cada una es directamente un ente y algo uno, no como si el Ente y el Uno fueran su género ni como si fueran separables de las cosas particulares. A causa de esta dificultad hablan algunos de «participación», sin poder decir cuál es la causa de la participación ni qué es participar. Otros hablan de «coexistencia» del alma; Licofrón, por ejemplo, dice que la ciencia es la coexistencia del saber y del alma. Otros piensan que la vida es una «composición» o «conexión» de un alma con un cuerpo.
Pero este enunciado valdría para todo; «estar sano», en efecto, sería la «coexistencia» o «conexión» o «composición» de un alma con la salud, y el hecho de que el bronce sea un triángulo, una «composición» de bronce y de triángulo, y ser blanco, una «composición» de superficie y de blancura. Y la causa está en que buscan un concepto unificador de potencia y de entelequia, y una diferencia; pero, como hemos dicho, la materia última y la forma son lo mismo, aquélla en potencia y ésta en acto, de suerte que es igual buscar cuál es la causa de la unidad y de ser uno; cada cosa, en efecto, es una, y tanto lo potencial como lo actual son uno en cierto modo; de suerte que no hay ninguna otra causa, a no ser alguna que haga pasar de la potencia al acto. Y las cosas que no tienen materia, todas son absoluta y directamente algo uno.
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